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Inuencia de la marca en el consumo femenino de moda · págs. 86 a 101
ca, el consumidor adopta los valores de ésta como
propios, al transferirle su identidad. Dicha trans-
ferencia es llevada al extremo en la «logomanía»
(González, 2016), fenómeno especialmente pro-
ductivo en las marcas de gama alta.
El devenir de la historia de la moda ha camina-
do, especialmente en sus raíces, paralelo al del
lujo. Antiguamente, el lujo estaba basado en un
modelo aristocrático y artesanal (Lipovetsky,
2004). A mediados del s. XIX, el modisto Frederick
Worth sienta las bases de la alta costura al estable-
cer una industria de productos de lujo cuyo obje-
tivo es la creación de modelos a medida para clien-
tas individuales (Erner, 2012, p. 21). No obstante,
será en el París de la posguerra cuando se establez-
can los cimientos de la moda de lujo y sus marcas
tal como hoy se conocen (Lannelongue, 2008).
Poiret perpetúa la idea de Worth e incluye su nom-
bre en las prendas, lo que constituye el origen de
la industria del diseño y las marcas (Dillon, 2012,
p. 10). Numerosos diseñadores siguieron más tar-
de los pasos de Worth (Chanel, Schiaparelli, Ba-
lenciaga, Dior, Lanvin, Givenchy, Valentino, La-
croix...). Desde entonces, el lujo en la moda se
asocia al prestigio de un nombre. En denitiva, y
tal como indica Rivière (2013, p. 184), al hablar
de «lujo» en la moda se hace referencia a aquellas
marcas que gozan de un mayor prestigio social. A
su vez, el consumidor adquiere dichas rmas para
«contagiarse» de su prestigio, personalidad y va-
lores, con los que se siente identicado.
Una marca que se reduce a ser una marca re-
gistrada, con la que el consumidor no se identi-
ca, fracasará como marca (Kotler, 2016, p. 90).
En el momento en el que el público se siente
identicado, adopta una predisposición positiva
a valorar como propios y/o susceptibles de interés
los productos y servicios que proceden de dicha
rma (Meadows, 2012, p. 148). Esto alimenta el
fenómeno de la logomanía. Por este motivo, aun-
que el sector del lujo es en el que más ha prolife-
rado; el uso de la logomanía se ha extendido a
otros nichos de mercado cuyas marcas, sin ser
estrictamente de lujo, representan valores con los
que que los consumidores se sienten identicados
por diferentes motivos, tal como sucede con mu-
chas marcas deportivas y de streetwear (Nike,
Adidas, Fila, Kappa, Vans, Converse…).
No obstante, entre los consumidores de clase
alta, se está detectando una modicación en los
hábitos de consumo hacia un estilo en el que la
marca sea menos evidente (Van Der Essen y
Schuiling, 2017). Es el caso del mercado chino,
con una cultura de la exhibición de la riqueza y
terreno habitual de la logomanía, donde se ha
reducido ligeramente el uso evidente del logotipo
tanto en la ropa como en los accesorios. Según
sus conclusiones, dicho consumo depende fun-
damentalmente del segmento de consumidores
al que nos referimos. En el estrato más alto el
consumo de logotipos se ha derivado hacia nue-
vas formas de expresión de estatus; mientras que
en el resto de segmentos continúa vigente.
El consumidor de lujo ha buscado nuevas for-
mas de mostrar su estatus de un modo más sutil
que se concreta por ejemplo en experiencias de
estilo de vida. El acceso de una mayor cantidad
de público a los logotipos, en búsqueda del «aura
de prestigio» de determinadas marcas, es proba-
blemente la raíz de este cambio. Cualquier con-
sumidor puede hacerse con un pequeño símbolo
de estatus marcado con el logotipo de su marca:
una camiseta, una cartera, un cinturón… son
pequeños «trofeos» asequibles para el mercado
medio. En el afán de emular a las clases altas, la
clase media ha propiciado el desinterés de la pri-
mera por lo que anteriormente se ha denominado
como «marca ostentosa».
A pesar de estos cambios en las tendencias de
consumo, por el momento la logomanía continúa