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Actitudes ante la sostenibilidad y la moda: una exploración por grupos de edad · págs. 20 a 35
Nº 20 Vol 20 · Segundo semestre, julio-diciembre 2019 págs. 20 a 35
Una de las barreras para el éxito en la implemen-
tación de esta definición es que las corporaciones
interpretan la sostenibilidad de distintas maneras
y a los individuos les llegan distintos mensajes.
Si bien el término Triple Línea de Elkington en el
año 1998 se hizo popular y contempla la inclu-
sión de las dimensiones económica, social y
medioambiental al evaluar la sostenibilidad de las
empresas, muchas compañías parece que centran
solo en la dimensión medioambiental de la sos-
tenibilidad (Sheth et al., 2011). Como resultado,
todos los esfuerzos realizados para comunicar la
sostenibilidad resultan frecuentemente ineficien-
tes y el consumidor no comprende en qué con-
siste la sostenibilidad, generándose un gran con-
flicto y escepticismo entre los consumidores
(Peattie y Crane, 2005) porque no logran discer-
nir entre lo que es realmente la sostenibilidad y
el medioambiente (Faber et al., 2011).
El concepto de sostenibilidad en la industria
textil adquiere cada vez más aceptación tanto en-
tre la comunidad académica como la empresarial.
Desde los años 90 la industria textil se focalizó en
la dimensión social de la sostenibilidad en parte
por los escándalos de marcas como Nike y su
vinculación a la explotación infantil. En la actua-
lidad la preocupación por el cambio climático ha
dado lugar a que el foco de atención gire alrede-
dor del medioambiente ya que la huella que deja
la industria textil es masiva.
La Comisión Europea emplea el Modelo Life
Cycle Assessment (LCA) para evaluar el impacto
medioambiental del sector textil tanto de las pren-
das de primera como de segunda mano. Todas
las prendas circulan por cuatro etapas: 1. Produc-
ción y procesamiento (producción o extracción de
la materia prima para después procesarla en fibra);
2. Distribución (transporte del producto final);
3. Uso (comportamiento de consumidor y patro-
nes de uso de los productos textiles) y; 4. Final
de la vida (incluye la reutilización, el reciclado,
incineración y vertederos).
La industria de la moda tiene impacto negati-
vo medioambiental en todas estas etapas del ciclo
de la vida (p.ej. Allwood et al., 2006; Shaw et al.,
2006; Winge, 2008; Fulton y Lee, 2010). Las
fases que tienen un impacto más perjudicial en
el medioambiente son la producción y el uso de
la prenda. Solo con estas fases la industria textil
consume más de 90 millones de toneladas al año
y tan solo el 20% de las prendas usadas son reci-
cladas o reutilizadas (Global Fashion Agenda y
BCG, 2017). El problema principal es que mu-
chos consumidores tienen poco conocimiento de
los efectos de la fabricación de ropa y su venta
(Bhaduri y Ha-Brookshire, 2011; Gam, 2011).
Esta falta de conocimiento de los efectos devas-
tadores de la industria textil puede ser una barre-
ra para la compra de moda sostenible (Gam,
2011; Hiller Connell, 2010). Algunos estudios
muestran que los consumidores reconocen saber
poco sobre la sostenibilidad en la moda y que les
gustaría disponer de más información (Bhaduri
y Ha-Brookshire, 2011).
El estudio de Gam y Banning (2011) realizado
con estudiantes desveló que éstos identifican la
sostenibilidad de la moda con el uso de materia-
les orgánicos, reciclado o producción más ecoló-
gica. Sin embargo, ninguno de los participantes
asoció la sostenibilidad de la moda a cuestiones
sociales y económicas. Esto puede ser explicado a
que la mayor parte de los mensajes que emplean
las empresas versan sobre el impacto medioam-
biental.
En la literatura existente sobre sostenibilidad
y moda, mayormente dedicada a la cadena de
valor y su impacto ambiental, no resulta posible
identificar una única y generalmente aceptada
definición del concepto de moda sostenible. Se-
gún Cervellon et al., (2010) la moda sostenible
engloba varios términos tales como: green o verde,
orgánico, sostenible, slow, ecológico o comercio
justo. Estos términos tienen en común que per-
siguen subrayar todas las malas prácticas aconte-
cidas a lo largo de las décadas en el seno de la
industria textil: daño medioambiental, daño con-
tra los animales, comercio injusto, trabajo infan-
til, condiciones de trabajo indignas (Bray, 2009).
Joergens (2006) utiliza el término «moda ética»
para referirse a moda sostenible y la define como
aquellas prendas de moda que incorporan comer-
cio justo y condiciones de trabajo justas sin que
atenten contra el medioambiente o los trabajado-
res y que emplean como material algodón orgá-
nico y biodegradable. Por otro lado, Cervellon y
Wernerfelt (2012) hacen referencia a la «moda
green o verde» como moda sostenible.
Una característica de estas definiciones es que
todas ellas aproximan la sostenibilidad textil des-
de el punto de vista de la prenda. Si se reduce la
definición del fenómeno sostenibilidad textil solo
al producto y al proceso de fabricación, puede
parecer que la sostenibilidad y la moda sean un
binomio imposible en manos solo del fabricante.
Por consiguiente, es necesario que el enfoque de
la sostenibilidad se complemente con la respon-
sabilidad del consumidor para completar todo el
proceso de vida de la prenda, es decir, el impacto
que tienen el uso y consumo de la prenda de ropa
(Lundblad y Davis, 2016; Cervellon et al., 2010).
2.2. Consumidor, moda y sostenibilidad
Los consumidores utilizan los productos y las
marcas para expresarse a sí mismo y para cons-
truir su propia identidad. La ropa y la moda,
siempre mostradas ante los demás en sociedad,
se utilizan en especial para crear la identidad in-
dividual (Berger y Heath, 2007) y para adaptarse
a las normas sociales (Murray, 2002; Thompson
y Haytko, 1997). Por ello, los consumidores pue-
den tener un impacto enorme en mejorar la sos-
tenibilidad de la moda (Claudio, 2007).
En la actualidad se observan distintos compor-
tamientos en la compra de moda sostenible. Por
un lado, se hallan los consumidores de ropa vin-
tage (Hardy, 2013). Por otro lado, aquellos que
optan por el DIY fashion o ropa fabricada por uno
mismo (Walliker, 2006). También se encuentran
los trashion - fashion made out of trash o ropa hecha
a partir de basura y deshechos como Ecoalf
(Claudio, 2011). Otra tendencia es la slow fashion,
término acuñado por la escritora de moda Ange-
la Murrills y que se refiere a las tradiciones locales
culturales con el fin de buscar autenticidad. Ade-
más de estas tendencias sin duda, comprar menos
cantidad de ropa y ser menos consumista (McNay,
2010) o no seguir la moda (Cho et al., 2015).
Sin embargo, por encima de todos estos mo-
vimientos, y como se ha descrito anteriormente,
los estudios muestran que en la vida de una pren-
da las etapas de uso y el cuidado posterior de la
misma ejercen uno de los efectos más nocivo en el
medioambiente (Fletcher, 2008). Los consumi-
dores pueden aumentar considerablemente la
sostenibilidad de la ropa mediante por ejemplo
un lavado menos frecuente o llenando totalmen-
te la lavadora (WRAP, 2012). Además lavar a bajas
temperaturas con detergentes apropiados, exten-
der la vida de las prendas, comprar menos can-
tidad y de calidad duradera.
A pesar de la relevancia de la sostenibilidad y
el aumento de las prácticas sostenibles en la ma-
yoría de las industrias, los estudios sugieren que
los consumidores se muestran reacios a adoptar
el consumo sostenible y perciben muchas barre-
ras (p.ej. Harrison et al., 2005; McNeill y Moore,
R, 2015). Según Bray et al., (2010), los consumi-
dores cada vez más declaran preocuparse por
todo lo relacionado con la sostenibilidad y las
practicas no éticas pero esta actitud no siempre